“Se llama bufón al truhan o gracioso que con sus palabras, acciones
y chocarrerías tenía por oficio hacer reír
a los poderosos y hacerles llegar a la realidad riéndose de ellos y haciéndoles
sentir como una persona más del mundo. Según algunos se les llama así porque,
entre las gracias que hacían durante sus actuaciones, se añadía un ruido como
de bufido.
Mayormente solía ser gente con unas características físicas anormales, fuera de
lo habitual: jorobados, enanos, etc, y se solían reír de ellos más por sus defectos
que por sus chistes y devaneos.
Se piensa que los bufones son exclusivos de la Edad Media y comienzos de la Moderna, pero lo cierto es que siempre ha habido
cómicos que han vivido de sus gesticulaciones, chistes, muecas o bromas para la
corte real y su entorno, más o menos frívolo y palaciego”
(De Wikipedia y
otras fuentes)
…
“Los bufones de Dios”, libro de Morris West
“Es la historia de un Papa, de
comienzos del siglo XX, que al asumir el pontificado, ayuna y ora a Dios,
pidiendo inspiración para guiar la Iglesia Católica. En
respuesta a esta súplica, recibe una extraordinaria visión, en la que se le revelan
las grandes debilidades del catolicismo. Sintiéndose responsable de poner las
cosas en claro ante el mundo, prepara una encíclica en
la que se jugaba su posición, prestigio y ruborosas verdades que deberían salir
a la luz. Uno de los espías de la curia del Vaticano,
descubre el borrador de la citada encíclica. A partir de ese momento, comienza
una encarnizada persecución a su persona, es decir, al Papa, quien es obligado
a abdicar, o renunciar al papado, y mantenido en situación
de casi incomunicado dentro de ciertos recintos del Vaticano. Con ayuda de un
influyente amigo, logra salir de los muros del claustro; huye y es perseguido,
la consigna es matarlo. Más adelante, afectado por una embolia cerebral, queda
internado en una clínica, donde un hombre en estado terminal,
le confiesa ser el asesino asignado por la mafia del Vaticano, llamada Los
Amigos del Silencio, para quitarle la vida, pero que ya no valía la pena
matarlo, puesto que ambos morirían pronto. El ex papa, en el transcurso de su
fuga, que dura varios años, conoce a personas extraordinarias, entre ellas, al
joven terapista que le ayuda en su rehabilitación de la
embolia. Posteriormente, es invitado y llevado a un hermoso lugar´, como una
especie de casa de campo, donde encuentra reunidas a todas las personas
extraordinarias que conoció; un lugar que parecía perdido en el horizonte,
donde no podían llegar los tentáculos del Vaticano. Allí descubre que el gentil
joven que lo sano en sus terapias, era el mismísimo
Señor Jesucristo, quien le da muestras de su verdadera identidad y poder. A
pesar de tanta persecución, se las ingenia para que su libro, o sus escritos más
importantes pudieran ser publicados en otro país, y salió como el libro: “Los
Bufones de Dios”.”
…
¿Quiénes son los bufones de Dios? Tal vez los que
intentan negar la esencialidad del hombre que aún en este milenio que acaba, se
niega a perder su fe y su afirmación personal.
Nos acercamos al año 2000 y nuevamente vagan las sombras del final de los tiempos y es posible que el sucesor de san Pedro deba anunciar la segunda venida de Cristo, el tiempo de la parusía.
Morris West, el inolvidable autor de Las sandalias del pescador nos muestra con desgarramiento profundo la historia de un hombre de inmenso carisma, el papa Gregorio XVII que ha luchado para que el poder temporal de la iglesia, el Vaticano y su voz, no puedan ser desoídas por ningún pueblo ni ningún gobierno de la tierra.
Gregorio XVII abdica por enfermedad, según la prensa, pero en realidad los cardenales han decidido silenciarlo ya que el papa afirma haber recibido una revelación, y su deber lo obliga a darla a conocer por medio de una encíclica.
Pero, ¿qué significa esta revelación en un mundo a la deriva o mejor aún en las fronteras de la guerra nuclear, donde la fe de los creyentes enfrentados con el terror del año 2000 flaquea y se extravía? Y entonces se plantea la pregunta que la sustenta:
¿Quién es Gregorio XVII? ¿Un mesiánico, un enceguecido, alguien que trampea sólo por un sueño de poder y de dominio sobre el mundo? ¿Quién, además, para los personajes que lo juzgan cada uno con diferente mirada?
Nos acercamos al año 2000 y nuevamente vagan las sombras del final de los tiempos y es posible que el sucesor de san Pedro deba anunciar la segunda venida de Cristo, el tiempo de la parusía.
Morris West, el inolvidable autor de Las sandalias del pescador nos muestra con desgarramiento profundo la historia de un hombre de inmenso carisma, el papa Gregorio XVII que ha luchado para que el poder temporal de la iglesia, el Vaticano y su voz, no puedan ser desoídas por ningún pueblo ni ningún gobierno de la tierra.
Gregorio XVII abdica por enfermedad, según la prensa, pero en realidad los cardenales han decidido silenciarlo ya que el papa afirma haber recibido una revelación, y su deber lo obliga a darla a conocer por medio de una encíclica.
Pero, ¿qué significa esta revelación en un mundo a la deriva o mejor aún en las fronteras de la guerra nuclear, donde la fe de los creyentes enfrentados con el terror del año 2000 flaquea y se extravía? Y entonces se plantea la pregunta que la sustenta:
¿Quién es Gregorio XVII? ¿Un mesiánico, un enceguecido, alguien que trampea sólo por un sueño de poder y de dominio sobre el mundo? ¿Quién, además, para los personajes que lo juzgan cada uno con diferente mirada?
(De los comentarios literarios)
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La despedida de Benedicto XVI
Irene Hdez. Velasco (Corresponsal) | Roma
Llegó el día. Hoy es la última jornada de Benedicto XVI como Papa. Después de exactamente 2.873 días al frente de la Iglesia católica,
hoy a las 20.00 horas entrará en efecto su renuncia como Pontífice. Se abrirá
de ese modo un nuevo capítulo en su vida y sobre todo en la de la Iglesia, que desde hace 700 años no vivía la dimisión de
un Pontífice.
El Papa, que hace ya días que tiene hechas las maletas, ha consagrado el
día a los adioses. A las 11.00 horas, se ha despedido personalmente de los cardenales,
con los que se reunió en la sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano. El
colegio cardenalicio estuvo casi al completo, ya que desde que hace 17 días
Benedicto XVI anunció su decisión de dimitir tuvieron tiempo
suficiente para congregarse muchos de ellos en Roma.
Pero el plato fuerte de la jornada, la imagen que ha quedado para la
Historia y que ha sido recogida por las cámaras de televisión, es la que ha
mostrado a Benedicto XVI abandonando el Vaticano a bordo de un helicóptero. Cuando vuelva a poner el pie en el
suelo del Vaticano, dentro de alrededor de un par de meses, ya no será Papa,
sino Papa Emérito.
Cuando se contemplaba al Papa llegando al helicóptero blanco, sus fieles
podían leer en su cuenta de Twitter, @Pontifex: "Gracias por vuestro amor y cercanía. Que experimentéis siempre la
alegría de tener a Cristo como el centro de vuestra vida".
Poco antes, en el Patio de San Dámaso del Vaticano, el Papa fue despedido por el cardenal Tarcisio
Bertone, el Secretario de Estado, y por otros miembros de la curia. Acto
seguido el Pontífice, que en abril cumplirá 86 años, recorrió una pequeña
distancia en coche y se subió al helicóptero junto a su secretario personal, el
padre Georg Gaenswein. El aparato despegó y puso rumbo hacia Castel Gandolfo, la localidad a 23 kilometros de
Roma en la que se encuentra la residencia de verano de los Papas y donde Benedicto
XVI ha pasado en los últimos años sus vacaciones.
Sus próximas semanas
Ratzinger vivirá en Castel Gandolfo las primeras semanas después de que
entre en vigor su renuncia, unos dos meses en total. La versión oficial es que
Ratzinger permanecerá en Castel Gandolfo mientras se termina de poner a punto
el Mater Ecclesiae, el convento situado dentro del
Vaticano al que Benedicto XVI se retirará cuando sea elegido su sucesor. Pero
la realidad es que se quita de en medio para evitar arrojar la más mínima
sombra sobre el cónclave que elegirá al nuevo Papa o sobre los primeros días de
andadura de su sucesor. Además, ya ha anunciado que a partir del momento de su
dimisión vivirá 'oculto del mundo',
dedicado a una vida de oración y meditación.
El viaje en helicóptero desde el Vaticano a Castel Gandolfo fue breve:
menos de 15 minutos. Una vez en la residencia estival papal, Benedicto XVI ha
llevado a cabo el último acto público de su Pontificado. Se ha asomado al balcón del palacio
apostólico de Castel Gandolfo y ha saludado a los fieles de esa
localidad y a los turistas y curiosos que habían acudido a la misma para
despedirle. Probablemente, nunca más volvamos a verle.
Desde el balcón, de manera improvisada, sus últimas palabras han sido: "Gracias,
gracias de corazón. Gracias por vuestra amistad y vuestro afecto. No soy más el
Pontífice. A partir de las 20.00 horas, seré simplemente un peregrino que
continúa su peregrinaje sobre la tierra. Gracias y buenas noches".
Papa emérito
Y, efectivamente, a las 20.00 horas, Joseph Ratzinger renunciará al
Pontificado, poniendo fin a un Papado que comenzó el 19 de abril de 2005,
cuando en la tercera votación fue elegido Pontífice. A partir de ahí, empezará
una nueva vida, todo cambiará para él. Bueno, no todo: seguirá llamándose
Benedicto XVI, aunque su título desde ese momento será el de 'Papa emérito' o
'Romano Pontífice emérito', como él mismo ha decidido. "Ha consultado al
cardenal camarlengo, a la secretaría de Estado y al colegio cardenalicio para
recibir consejo. Pero la decisión ha sido suya. Ha dicho: deseo llamarme
así", destaca Federico Lombardi, el portavoz vaticano.
Benedicto XVI seguirá vistiendo de
blanco, aunque con una sotana más sencilla que la de Papa, sin la
pequeña capa adosada que lleva la de los Pontífices. Tampoco llevará ya el
anillo de Pescador ni el sello que utilizaba. Ambos se supone que serán
destruidos, como ocurre a la muerte de un Papa. Y también dejará de calzar sus
famosos zapatos rojos, que algún malpensado decía que eran de Prada. Se verán
sustituidos por unos simples zapatos marrones.
(De “El Mundo”, 28/02/2013)
…
No se extrañará el lector que,
al filo de los acontecimientos que están sucediéndose estos días, con un hecho
tan extraordinario como inusitado, cual la renuncia al papado por el Pontífice
Benedicto XVI, traiga a la memoria este libro de Morris West, titulado “los bufones
de Dios”, en el que con la riqueza descriptiva y la tensión narrativa que
caracterizan a este autor, se desgrana una historia no demasiado diferente de la
que está actualmente viviéndose.
No voy a entrar en
disquisiciones sobre si la Curia romana o el Colegio cardenalicio pudieran
provocar la persecución del hasta hoy Papa, pero sí reflexionar sobre la
premonición intuitiva que Morris West demostró tener, no solamente al escribir esta
novela, sino también cuando escribió “Las sandalias del pescador”, otra novela de ficción
que pareció reproducirse cuando fue elevado al Pontificado de la Iglesia
Católica Juan Pablo II.
Sean premoniciones o no, opino
que no estaría de más reflexionar sobre tantos y tantos “bufones” de la
espiritualidad como nos rodean, comenzando por muchos vinculados al estamento
eclesial (la Iglesia es santa, sus integrantes, los hombres, pecadores, se dice
con razón), y que ofrecen al pueblo, cual opio vicioso, una religión anclada en
el conformismo y en la rutina, para sobre ella edificar el poder y el control
materialista del capital.
Y no olvidemos que tal vez esos
“bufones” de Dios no son los malvados que aprovechan la fragilidad de la
Iglesia católica, sino aquellos sencillos, humildes, pobres, desempleados,
minusválidos, tullidos, infectados de SIDA, expuestos a todas las enfermedades,
que languidecen y se van extinguiendo mientras las opulencias de los
capitalistas van ensanchando sus ámbitos de riqueza. Ellos, esos seres, son los que, aunque parezcan bufones, justifican en la novela que ese joven "redentor" proteja al conturbado ex Papa y haga pervivir su obra.
¿No será que el Dios de los
creyentes se vale de esos “bufones”, los desheredados, los maltrechos, los incurables, para dar un gran toque
de atención al materialismo y retornar a los principios éticos y morales que se
ha ido perdiendo?
Probablemente los agnósticos
leerán con indeferencia estos comentarios, pero si son sinceros, al menos no
serán los “bufones” de estas tristes realidades.
Que, se quiera o no, gracias a
estos “bufones” se alcanzaba antaño la distracción y hoy se llega a la
reflexión que el nihilismo imperante niega.
¡Que Dios bendiga a Benedicto
XVI, porque, forzado o no a su renuncia –que opino no lo ha sido—, ha dado una
muestra grandiosa de desprendimiento y generosidad, al estilo de esos “bufones”
que no eran distracción sino complacencia del buen Dios que nos cobija!
“En todas las épocas los pequeños han tenido que expiar por la tontería de
los grandes.”.- Jean de La
Fontaine (1621-1695) Escritor y poeta francés.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
Querido amigo:
ResponderEliminarMe gustan tus comentarios y a veces me sugieren otros que no sé si podrían adjuntarse las pié de ellos. Pero en cualquier caso ahí va mi sugerencia:
Parece haberse admitido mediáticamente que el Vaticano sea una especie de concentración de malas personas que suelen tener prisionero o enmudecido al que se suele admitir como única buena persona, el Papa. Yo creo que eso responde a una hábil maniobra del demonio que se asegura así un desprestigio para la Iglesia. Se escriben muchos libros basados en supuestos de este tipo y los comentarios de prensa de los medios de Confusión General y procuran difundir ampliamente, de modo y manera que muchos cristianos sin la debida formación y con una fe algo floja le hacen el caldo o bailan sus sucias aguas. Hace pocos días un conocido me decía: "Ese nido de víboras del Vaticano, ha logrado retirar al Papa". No hay tal nido en el Vaticano, y de allí saldrá elegido el que el Espíritu haya sugerido a los cardenales. Dios no solo sostiene a la Iglesia, también sostiene al mundo entero, sus galaxias de astros y todo lo creado. Entretanto recemos para que la Iglesia siga dando tan buenos Papas.