14 septiembre 2010

Los parados que no son desempleados, o la frescura de quien olvida la vergüenza.

“Odio al cinismo más que al diablo, a menos que ambos sean la misma cosa”.- Robert Louis Stevenson (1850-1894) Escritor británico.
“O Zapatero piensa que no pensamos en absoluto y que somos meros receptores de mensajes mediáticos o el que no roza ni de lejos la media de inteligencia del país es él, algo que se debate desde hace tiempo en ciertos corrillos cada día más numerosos. Una cosa es que no tenga ni idea de macroeconomía ni de microeconomía ni de por dónde le llega el vientecillo de la crisis y otra muy diferente es que nos tome el pelo de forma descarada, indignante e inadmisible o, lo que es aún peor, que en su ignorancia aliñada con una torpeza de Guinness piense que nos puede colar parados por trabajadores siempre y cuando estén haciendo un cursito del INEM.
Los parados, señor mío, son desempleados, no trabajan, no madrugan cada mañana y se comen atascos infernales para llegar a un puesto de trabajo hostil, en muchos casos, o aburridísimo, en otros (porque el porcentaje de privilegiados que disfrutan de su ocupación es preocupante), para alimentar a la familia cada mes, pagar la hipoteca, la luz, el agua y demás gastos y, además, dar de comer a pensionistas, funcionarios y desempleados.”
(De María Cano en “El Imparcial”, 14/09/2010)

Desde hace casi dos meses he preferido no escribir en este blog, no porque no hayan acontecido eventos importantes, ni porque la clase política no nos haya brindado casi a diario “perlas” de doblez y muestras de ineptitud, sino porque llegó un momento en que los agobios de los calores caniculares hacían prescindir y olvidar tanta muestra de ineptitud y sinvergonzonería.
Ahora, ya en las puertas de un otoño que se anuncia cálido y caliente, también en lo político, para abrir boca me encontré ayer con la frescura (utilizo este vocablo como sinónimo de osadía y de sinvergonzonería) de un Sabater (Zapatero en valenciano) que con la más peligrosa de sus sonrisas y la más enfática de sus expresiones, no paraba mientes en decir ante prohombres del Fondo Monetario Internacional y de la Economía, que España era un país propicio para experimentar sobre el paro, y especialmente porque los parados que en España recibían cursos de formación, eran también trabajadores en bien del país.
Soltó tamaña barbaridad y se quedó tan tranquilo…
Pues, bueno, ahora resulta que haber sumido a este país en la crisis más profunda que se conoce desde la instauración de la democracia, no querer y no saber reaccionar ante ella, es interesante como experiencia de lo que pasa con el paro (¡Para ese viaje no hacen falta alforjas!: Con el paro, hay más parados; y si hay más parados, hay peor estado social; y si hay peor estado social, la economía va a peor…).
Pero, además, la mentira de que los que asisten a cursos de formación no son parados, resulta tan burda, que no será de extrañar que en unos días los consejeros de Shoemaker (Zapatero, en inglés) salgan diciendo aquello de que se interpretó mal y de que se quiso decir otra cosa.
Estoy convencido que varios de los lectores de este blog opinarán que el verano no me ha cambiado y que sigo dirigiendo mis críticas preferentemente hacia el trilero que sufrimos como dirigente del gobierno. Tal vez sea así, pero es que quien eleva a la enésima potencia la manipulación, la falacia, la doblez, y…lo que es peor...la ineficacia; es ese leonés a quien los propios mineros de su tierra vituperan.
¿Los demás políticos? Cabría aplicarles la frase evangélica de que “quien esté limpio…que tire la primera piedra…”. Y desde Montilla a Mas, pasando por el infumable Carod Rovira (el único Josep Lluis cuyo patronímico es intocable), siguiendo por el gallego Rajoy, que para que no se sepa si sube o si baja, ni se mueve, o acabando en el corrupto andaluz Griñán, nulo que fue como ministro y avieso “recaudador” como presidente de la Junta de Andalucía), todos ellos merecerían ir a la “cárcel de papel”, aquella inolvidable sección que Álvaro de Laiglesia creó en “La Codorniz”, y que tanto nos hizo reír, hasta cuando la censura clausuraba la revista por publicar en primera página lo del “huevo de Colón”, anunciando: “El próximo día, el otro” (Y que me perdonen aquellos que consideren de dudoso gusto el enorme ingenio de este pasaje).
Pronto va a haber una huelga que se anuncia como general en España, impulsada por unos sindicatos que son lacayos escandalosos del gobierno, pero creo que esa huelga no puede tener éxito, porque entre los casi cinco millones de desempleados y los cientos de miles de representantes sindicales liberados, habría casi sacar de las escuelas a los niños, y a los ancianos de sus residencias, para que hubiera gente en la calle que hubiera dejado de trabajar voluntariamente.
Excúseme el querido lector si tal vez me excedo en el comentario.
¡Y eso que no soy de los desempleados "trabajadores" que reciben cursos de formación y por tanto “trabajan” para el país!
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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