02 septiembre 2009

PERIPLO POR EUROPA 2009: DE VALENCIA A KIEV, PASANDO POR BERLÍN Y VARSOVIA 4.- Berlín (I)

(Bandera de Berlín)
Berlín es la ciudad capital de la República Federal de Alemania y uno de los dieciséis estados federados alemanes. Está localizada al noreste de Alemania, a escasos 70 km de la frontera con Polonia. Es atravesada por los ríos Spree y Havel. Con una población de 3,4 millones de habitantes, Berlín es la ciudad más poblada del país, así como la quinta aglomeración urbana entre los países de la Unión Europea.
Fundada en 1237 como Cölln, Berlín fue sucesivamente capital del
Reino de Prusia (1701-1918), del Imperio Alemán (1871–1918), de la República de Weimar (1919–1933) y del Tercer Reich (1933–1945). Después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad fue dividida; y la parte este de la ciudad se convirtió en la capital de Alemania Oriental, mientras que la región oeste de la ciudad se convirtió en un enclave de este país.
Es una de las ciudades más influyentes en el ámbito político de la
Unión Europea y en el 2006 fue elegida Ciudad Creativa por la Unesco.
El nombre de Berlín proviene de las palabras berle o berlin que en el idioma
polabo que hablaban los vendos, significaba tierra no cultivable o tierra deshabitada respectivamente. La etimología de Berlín también puede derivar de la combinación del vocablo berl (con la posible acepción de pantano) más el sufijo locativo eslavo -in, que indicaba un lugar; por lo tanto su posible significado sea el de «tierra pantanosa». Sin embargo, no tiene nada que ver con el oso del escudo de la ciudad.
(De Wikipedia)
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Para seguir acorde con los anteriores comentarios, hay que decir que el viaje desde Frankfurt hasta Berlín es cómodo, pues discurre totalmente por las buenas autopistas de Alemania.
Aunque la proverbial libertad de velocidad ha desaparecido en un setenta por ciento de tramos, las limitaciones no impiden un buen y rápido desplazamiento.
Desde Frankfurt tomamos la autopista hacia Kassel y Giessen, para desviar después en dirección Erfurt y, no demasiado lejos de Dresde, tomar ya la autopista cerca de Leipzig en dirección Berlín. Cuando se circula a través de lo que en su día fue República Democrática Alemana (DDR), sí que se observa que las construcciones fabriles más antiguas semejan mucho a las que pueden observarse en los países de la ex URSS, como Ucrania y Rusia.
La entrada a Berlín es caótica por el enorme tráfico que acumula, porque no en balde la ciudad cuenta con alrededor de cuatro millones de habitantes. Hay que armarse de paciencia y recurrir al navegador para alcanzar el destino, siempre superando la multiplicidad de obras de reparación que en Alemania, como en casi toda Europa, perturban al conductor en verano.
(Escudo de Berlín)
Nuestro destino en Berlín iba a ser un coqueto y nuevo hotel de suites en Anhalter strasse, a unos setecientos metros de Postdammer platz.
Así que fue llegar a nuestro hotel, cumplimentar los trámites de entrada, tomar una ducha, beber un refresco y salir pitando a la calle.
Lo primero, ir hacia la Postdammerplatz, y seguir hacia la Puerta de Brandemburgo, sorprendiéndonos de la cantidad de turistas paseando y sentados en las terrazas. Sin duda Berlín constituye un gran reclamo turístico.

(Postdamer platz en 1945)

Pero he de confesar que para quien estas líneas escribe, Berlín representaba un reto, un retorno a recuerdos del pasado y un ansia de comparar lo viejo y lo nuevo, de re-escribir para uno mismo pasados sentimientos y sensaciones.
No en vano, yo mismo recordaba que allá en el año 1962, cuando el muro acababa de erigirse un año antes y aún había cierta permisividad, pude pasar al lado este; y que en 1987 tuve la suerte de excursionar a la misma zona, aunque con muchas limitaciones en cuanto a la realización de fotografías.
Aún conservo el texto que en 1962, recién estrenado como director de una revista universitaria de actualidad, al acabar mi diplomatura en periodismo, escribí como editorial titulado “La vergüenza de un muro”.

(Postdammer platz en la actualidad)
Desde entonces, mil y una historias, mil y una crónicas, se agolpaban en mis recuerdos sobre algo que fue dramático, como dramática fue la existencia del telón de acero y de la guerra fría, cuyos efectos aún se pueden comprobar en Rusia y Ucrania, países que bien conozco.
Hecha esta disquisición, obvio resulta que, al menos para mí, el muro y la división de Berlín y las dos Alemanias iban a ser el “leit motiv” de mi visita, para la que había reservado tres días.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

1 comentario:

  1. Por lo que se puede leer en los siguientes apartados de la "experiencia Berlín", parece ser que se ha cumplido dicho objetivo de, teniendo en mente el "antes con el muro", ver la situación actual.
    No sé si en la calle, siendo turista, se percibe los pensamientos de los Berlineses...pues lo comento en primera persona....unos y otros (orientales y occidentales) seguimos con el muro presente...y no me refiero a lo físico, a algo peor...en la mente. Sabemos lo que era, estamos todavía divididos, unos por tener que pagar todo a los otros y los otros por estar hasta las narices de ese Capitalismo...Pocos Berlineses se mezclan con los otros, pocos nos vamos al otro lado del talón, también es verdad que no hace falta, somos dos ciudades en una, es decir, disponemos de todo por lo menos dos veces, operas, museos, estadios, calle mayores de compra, ayuntamientos, ....
    Mi humilde opinión personal es, hasta que no desaparece el último Berlinés que ha vivido/sufrido ese muro de la vergüenza en persona, hasta entonces no desaparece la división de esa gran ciudad que aspira a volver a ser lo que era, el centro de Europa (véase años 20).
    También reconozco que para mi personalmente es normal no pasar al otro lado, no es mi tierra! y encima no lo necesito pq tengo todo en cada parte ....Soy Berlinés, PERO OCCIDENTAL!!!!!

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