22 octubre 2008

QUIEN NO SE QUEJA ES PORQUE NO QUIERE

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta,
viendo que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías, l
as hubieras recogido.
(Fragmento de “la vida es sueño”, de Pedro Calderón de la Barca)

Cualquiera pensará, tras leer el anterior fragmento del famoso clásico español, que el que no se consuela es porque no quiere.
No pretendo eso, ni mucho menos, pero sí poner de manifiesto que vivimos tiempos de autosugestión y pánico en lo económico, que para nada requieren irreflexivas reacciones y drásticas, por impensadas, opiniones.
Que se nos ha venido encima una buena, no hay quien lo dude, pero hay que pensar cuáles son los motivos: Irresponsabilidad en el gasto, falta de previsión en las finanzas y exceso de ambición e las ganancias.
Y me refiero a todos: a la banca, a los financieros, a los hombres de negocios, y también a nosotros, los sufridos particulares de “a pie”.
Ahora bien, si un ciudadano cualquiera se estampa contra la indigencia porque se excedió en su ritmo de vida, todos dirán que fue un irresponsable y un manirroto.
Si quien fracasó fue un hombre de negocios, su hundimiento se deberá a la coyuntura.
Si quien se fue al garete fue el financiero, es que fallaron las previsiones por una imprevista reacción de los mercados.
¿Y si el tema se les “fue de las manos” a los políticos?
Pues, bien claro, se deberá siempre a la “influencia de factores externos y extraños a la economía, que pretendieron atentar contra el equilibrio de la balanza de pagos, para implementar una economía de mercado no previsora…”.
O sea, palabrería.
Me viene ahora a la memoria que tenemos un gobierno tan magnífico, prepotente e imprudente, que negó la crisis cuando ya nos envolvía; que se dedicó a proclamar las excelencias de nuestro sistema financiero, cuando poco después hubo de inyectarle 50.000 ¡millones! de euros (“Solamente para mantener la confianza de los inversores”…¡Mentirosos)
Y como somos tan buenos – la octava potencia económica mundial, aunque aún no pertenecemos al G8- pues cada vez que hay una cumbre de naciones poderosas e influyentes en lo económico, se nos deja de lado.
He llegado a oír de papanatas del partido gobernante que ello es porque no necesitamos ayuda alguna…
¡Qué gran falacia! .Se nos deja de lado porque no pintamos un “pimiento” (con perdón por la vulgaridad) y nuestros representantes, el ínclito “zapatitos”” y el estulto “moratitos”, no tienen el menor prestigio y consideración allende nuestras fronteras.
Cierto que el que no se queja es porque no quiere, y que otros muchos están igual o pero que nosotros. Pero seguro que ningún otro ciudadano europeo siente el rubor, la vergüenza, que experimentamos los españoles, cuando comprobamos día a día que solamente sirven nuestros gobernantes para reunirse con Chavez venezolanos que nunca se callan, con Castros cubanos que solamente romancean sobre su hispanidad, con palestinos tan terroristas como poco fiables, con marroquíes que nos están enviando “morralla” humana cada día…
Eso sí: Vamos a la ONU y proclamamos en alta voz, como si nadie nos oyera, que los otros son los malos y los necesitados.
¡Ay, en qué manos estamos!
¡Ojalá podamos sustentarnos, al menos, de las hierbas que cojamos, siempre que el gobierno y nuestros preclaros gobernantes no nos las quiten antes!
¡Y siempre que el ministro de Justicia no nos organice un “follón” más de los tres que hasta ahora hemos sufrido de funcionarios, secretarios y jueces, por culpa de su chulería intratable, a lo “descarado”, cual practica una mozuela llamada Leire…!
“Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.”

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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