10 abril 2008

QUISICOSAS: UCRANIA Y LA OTAN, LA VISITA DE BUSH Y LA OPOSICIÓN DE ESPAÑA Y ALGUNOS PAÍSES DE LA UNIÓN EUROPEA

Releyendo los titulares de prensa de ayer y hoy, uno de los más llamativos es el referido a la visita del Presidente USA, George Bush, a la capital de Ucrania.
Esta visita es sin duda un significativo de la progresiva integración de Ucrania en el mundo occidental, pese a una serie de curiosidades y paradojas.
Por ejemplo, dos horas antes del paso de la comitiva de Bush por la carretera (hay quien le llama autovía, pero dista mucho de ello) que une el aeropuerto de Boryspil con Kiev, ésta quedará cerrada a cualquier tráfico de vehículos. Tanto a la llegada del “tejano” presidente como a su salida del país.
Imagínense ustedes el tremendo caos, el auténtico colapso, el monumental atasco que ya debe de haber supuesto el cierre de una vía tan esencial como la que comunica Kiev con su aeropuerto, y que a su vez es una de las carreteras radiales para dirigirse a Kharkov, a Poltava, a Dnipropetrovsk, casi a todo el este del país.-
Pero hay más. Un vice-ministro de seguridad, o algo así, recomienda a los habitantes de Kiev que procuren no asomarse a las terrazas ni a los balcones de sus casas para ver pasar la comitiva de Bush, porque éste llega con más de mil agentes francotiradores de protección, que podrían “equivocarse”.
Así, cuando llega a Kiev un altísimo dirigente occidental (sea o no querido Bush, hay que reconocer la importancia de su cargo y de su visita) resulta que el pueblo ucraniano ha de esconderse, para evitar “equivocaciones” que les signifiquen un agujero de bala en el trasero o en alguna otra honesta parte de su cuerpo mientras se hallan en casa.
Y cuando llega Bush, también cuando se marcha, durante cuatro horas (entrada y salida), aunque en la práctica mucho más, la vida de la zona este de la capital y de los territorios hasta más allá del aeropuerto, quedará colapsada.
En España, el cazurro se preguntaría si no es mejor que no venga nadie, que ya estamos todos los que hacemos falta.
Y no acaban las quisicosas. Además de que según algunas encuestas, la mitad de los ucranianos no están a favor del ingreso en la OTAN, lo que no está ni bien ni mal, y puede resolverse mediante un referéndum correctamente planteado, ahora resulta que varios países de la Unión Europea, entre ellos, Alemania y España, no apoyan el ingreso de Ucrania y Georgia.
La razón de dicho “no apoyo” se ha presentado como de “altas miras diplomáticas”: Es para no disgustar a Rusia.
¡Anda ya! ¡Qué maravilloso es nuestro Ministro de Exteriores, que solamente busca no disgustar a Rusia, y pienso que a unos cuantos países bananeros más!
¿Por qué no se han planteado esos países oponentes –entre ellos nuestra España— no disgustar a sus propios ciudadanos, con tanta estulticia, tanto culto al “no se sabe” y tanto papanatismo hacia países que nos pasan por el “forro de los olvidos”?
Que conste que todo lo que comento, no lo hago porque me parezca mejor o peor lo que unos y otros hacen y deshacen.
Simplemente comento esas “quisicosas” para evidenciar que los países, los gobiernos, son en muchas ocasiones tan variables e inconsistentes en sus criterios, como los niños de teta (con perdón de estos, que al menos saben muy bien lo que quieren: la teta de la mamá).
Espero que ni los francotiradores de Bush se equivoquen marcando a algún kievita el lugar en el que la espalada pierde sus honesto nombre, ni que los conductores ucranianos se desesperen ante las muchas horas de atasco que les esperan, ni que los ucranianos se enfaden por si la OTAN les quiere o no les quiere, y si los países de Europa les apoyan o no.
Da lo mismo. Ni el coste de vida bajará en Ucrania, ni los inmigrantes ucranianos en el extranjero serán redimidos de sus adversidades, ni el mundo se arreglará en dos días.
Aunque prefiero hablar de estas “quisicosas” antes que de miserias y amenazas.
¿No opinas así, amigo Igor?
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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