05 marzo 2008

Del amor, las confidencias y otras cuestiones de la pareja

Me escribe un amigo español para contarme, en confidencia, sus dudas y vacilaciones en torno a la relación que mantiene con una bella e inteligente muchacha ucraniana.

Me cuenta –en su confiada confesión— que “tiene miedo” a casarse con ella, porque ello le parece “demasiado serio”, sobre todo ahora que la gente, que las parejas (me refiero a las heterosexuales) se van a vivir juntas, sin pasar por el iglesia o por el registro civil para legalizar por escrito su convivencia.

Y casi me pide le aconseje.

Confieso que me da pavor trasladar mi consejo u opinión a gente joven a quien no conozco bien, no porque no esté seguro de mis vivencias e inclusive profesional experiencia, sino especialmente porque dudo que mis consejos y advertencias puedan ser correctamente entendidos o yo pueda transmitirlas en forma adecuada.

Aprovecho la ocasión, no para transmitir aquí mis opiniones a mi amigo (que merece una respuesta privada e individualizada), sino para, digamos, “divagar” un poco sobre el amor y el matrimonio.

Casarse un hombre con una mujer parece que no está hoy de moda. Se piensa casi siempre que la pareja debe casarse solamente si quiere tener hijos, pero que lo mejor es una previa experiencia de vivir juntos, en muchos casos registrándose como “pareja de hecho”.

Esta forma de actuar me parece personalmente un “esnobismo”, una moda sin demasiado fundamento, porque si un hombre y una mujer se quieren, se entienden, se complementan, se ayudan, son los mejores amigos el uno del otro, gozan viviendo juntos, la propia naturaleza les impulsa la tendencia a la unión.

Y el amor, cuando es auténtico, se torna exclusivo y tiende a la permanencia, e impulsa a cada parte a buscar la mayor felicidad para la otra, dándole lo mejor de sí mismo, porque por la felicidad de uno, el otro es feliz.

¿Qué es lo que te gustaría en la situación del otro, que éste te diera?

Pues dale lo mismo, y más…

Eso es el amor.

Lo dice el pensamiento de un autor muy allegado a quien esto firma:

“ La amistad tiene que ser como un amor. Y el amor, si no acumula un mucho de amistad, viene a ser como un abismo para el espíritu”

Entiéndase que con los comentarios precedentes ni aconsejo casarse ni “amigarse”, ni ser pareja de hecho…

Me limito a decir lo que pienso, en el ejercicio de la poquita libertad que me queda: la de expresarme.

Quien de acuerdo estuviere, que lo aproveche.

Quien disintiere, que me lo diga, si le parece oportuno, porque así me enriquecerá.

Y a quien lo lea, aunque no me transmita su criterio, al menos mi agradecimiento por soportar mis disquisiciones.

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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