05 marzo 2008

¿De veras se eliminará la basura?

“El Ministerio de administración de servicios comunales, inicia la introducción en Ucrania de la recolección separada de los desechos diarios y la introducción del impuesto a la basura, que se calculará, de acuerdo con el criterio de basura por persona por año.
….
Como ha explicado el representante del Ministerio, la recolección separada de la basura prevé la instalación de contenedores cerca de cada casa, en los que serán clasificados orgánicos y materiales reciclables (botellas de plástico, bolsas, papel etc.). Además tal modo de tratamiento de los desechos diarios prevé la construcción de estaciones de clasificación y fabricas de reciclaje, en las que la masa orgánica será transformada en combustible.”
(Agencia UKRANEWS, 26/10/07)

La noticia transcrita parece que no deja dudas sobre el propósito del actual gobierno ucraniano –es de suponer que el inminente nuevo gobierno tras las elecciones seguirá sus pasos—de establecer un sistema de tratamiento y eliminación de la basura.

En la Europa occidental el tratamiento de basuras se eufemiza denominándolo “de residuos sólidos”, pero a mi –tal vez porque ya me estoy instalando en estereotipos de vejez—me gusta más el castellano y castizo sustantivo “basura”.

Diré por qué.

El término “basura” comprende, ciertamente, los residuos sólidos (a veces no tanto) pero no solamente eso, sino las cosas que no se quieren, que no sirven o que se rechazan.

Así, en España, con sofisticados sistemas de recogida, almacenamiento y tratamiento, no es raro ver junto a los contenedores para basura normal, para vidrio y para papel y cartón, multiplicidad de objetos más o menos viejo, como lavadoras semi-desguazadas, somieres, cabezales de camas, sillas o sillones, etcétera.

El ciudadano de a pie no sabe cómo, pero toda esa basura desaparece cada día…

Ojalá fuera a sí en España y en Ucrania.

Ojalá cada día se extrajera, seleccionara o depositara, y cada día se hiciera desaparecer cuanto de sucio, de rechazable, de inútil y de perjudicial hay en la vida diaria: la corrupción política y económica; la especulación, el descuido con la naturaleza, la xenofobia, la envidia, la avaricia, la violencia “de cualquier género”, y tantas y tantas cosas…

Y para Ucrania, la ocasión es perfecta: No solamente habrá que instalar contenedores para la debida clasificación y recogida de las basuras, sino que habrá que establecer desde el poder y el gobierno un aún más sofisticado sistema para erradicar las falsedades, la mentira, el ansia de enriquecimiento mediante el poder, la corrupción, en una palabra.

En España llevamos mucho tiempo intentándolo y pese a todo la política huele mal, hiede.

Tal vez Ucrania, ahora, antes de empezar, pueda hallar mediante el buen gobierno y la sana democracia la recta vía de saneamiento de “sus” basuras…

Un abrazo amigo,

SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA

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